No es pesimismo, es decisión ejecutiva. Oficialmente he llegado a lo que en castellano antigüo se le llama burnout. La oficina de servicio al pretendiente ("jevo" no rima con “cliente,” así que breguen con mi lado de abuelita, que también le gustan los juegos de palabras) queda cerrada hasta nuevo aviso.
"Cerrado por renovaciones"
Tres años con una persona con quien me apoqué crónicamente hasta casi dejar de existir (que me perdone Ivy Queen, la santa patrona del estar soltera antes que se pusiera de moda), una ruptura complicada, un enchule con una persona que me parecía chingona hasta que me salió pingaloca patológico y, ¿ahora qué? Pues ahora a ponerle un suero al alma, a ser mi propia pareja y a levantar un muro de defensa contra todo lindolo que me venga con un cuento chino.
Atrás, focbois
Ojalá yo me despertase un día y me convirtese en una persona que genuinamente quiere estar sin una pareja por el resto de su vida. Todo sería más limpio — más predecible. Pero, por más que ahora mismo quiera estar soltera indefinidamente, pues, no me visualizo soltera el resto de mi vida. Así que tendré que hacer las paces con que encontrar pareja compatible es una lucha que me tocará retomar en algún momento, pero como dijo Frank Sinatra, “I’ll keep on trying to sing, but please, just don’t ask me now” ("seguiré intentando cantar, pero por favor, no me lo pidas ahora").
Se derrumba el paradigma que hasta el momento existía (léase: me guardo mis necesidades afectivas por miedo a que me dejen y doy el beneficio de la duda hasta hacerme daño). Caen las estructuras como al final de Fight Club (si eres hombre cis-hétero, es muy posible que no entiendas esta peli y sin embargo te encante — si eres una excepción, saludos, con gusto te invito a una cerveza) y se abren las puertas de la creatividad.
Una malcriá como Nairobi
¿Habrá vida después del bajón?
Sí, pero será una vida pos-alquimia. Puse la mía al fuego y me salieron estos cantitos de claridad; los anoto por mí — por si en un día de los difíciles, tengo que recordar mis pasos y enderezar la puntería. Pero también las dejo por si algo resuena contigo. Porque no estás ni cerca de estar sole, y porque voy a ti y pago triple. Repite conmigo las que te apliquen:
Mis intereses, gustos, prioridades, opiniones y corazonadas son importantes. No son menos legítimos que los de una pareja.
Mi intuición existe para algo — cuando se levanta una banderita, vale la pena el 100% del tiempo hacerle caso
Bandera roja haciendo malabares para que yo deje de ignorarla
Pedir lo que necesito (léase: cariño) es algo que se debe dar en cualquier relación afectiva saludable. Total, callar mis necesidades por miedo a que me perciban como neurótica o exigente nunca ha garantizado que la relación no se vaya a pique, así que al final es mejor ser valiente y pedir (con cariño) por esta boca.
Me he propuesto ser honesta el 100% del tiempo, especialmente en situaciones en donde me caga serlo. Es el camino más certero a atraer personas que me aprecian por quien verdaderamente soy y a espantar a los que solo quieren una fracción minúscula de mí.
Mi madre toda la vida me ha dicho, “Todos tenemos pendejadas. La clave de la felicidad en una relación no es encontrar a una persona sin pendejadas, sino encontrar a una persona cuyas pendejadas sean compatibles con las tuyas.” Salud, Mami.
"Aquí todes estamos locxs"
En medio del bajón, no perderé tiempo tratando de ser tan autónoma e independiente. A pedir ayuda y compañía — mucha.
Los días en que la tormenta amaina, (y siempre amaina), me sorprende como hay momentos en los que me veo a mí misma como me gustaría que me viera una pareja. Son momentos de claridad. No permitas que nadie que proclame quererte te mire de otra forma.
Ahí te abrí mi corazón. Te doy carta blanca para que me abras el tuyo y me dejes por aquí alguna humilde moraleja, claridad, o empoderamiento que te hayas llevado de una relación que se fue a pique, a ver si en comunidad sanamos. A llorar, flaquis, y a acurrucarse con les panas viendo Netflix. De ésta salimos como nueves, fénix de mi alma.
Con cariño,
Patri Calderón de la Saga