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Ya no me río de cosas que no me dan risa (y me encanta reírme)

Updated: Jun 21, 2023



Para quien no conozca el concepto de la brecha orgásmica, te lo resumo: los números muestran que los hombres se vienen más que las mujeres, teniendo la misma cantidad de sexo.


Pues, te presento un nuevo concepto: la brecha comédica, un fenómeno en el que, por motivos del machismo que impregna todo lo que nos rodea, las mujeres nos reímos menos que los hombres, a pesar de escuchar la misma cantidad de chistes.


Tenemos la capacidad de reírnos, claro. Y en el mundo actual, en situaciones de machismo, también, muchas veces, nos reímos. Pero, por desgracia, por “llevar la fiesta en paz” y no sentirnos culpables de dañar el ambiente o afectar la autoestima de la otra persona. En fin, igualito que el rollo de los orgasmos.




La risa es una de las múltiples cosas que le hemos dañado a las mujeres. “Deberías reírte más”. “Era un chiste, ríete”. “Ay, pero tú como que siempre estás *enfogoná. ¿Tú no te ríes?”


Sí, me río: cuando algo me da risa.


Como de costumbre, hay una historia detrás de esto. Decidí, en un mismo periodo de tiempo, dejar atrás unas conductas que estaban afectando mi disfrute de la vida: fingir orgasmos, ingerir habitualmente comidas que desbalanceaban mi microbiota intestinal y fingir risas. Dos de las tres las decidí hacer de golpe. Con las comidas he ido poco a poco porque soy muy dulcera y no he podido renunciar a un buen bizcocho de chocolate, un helado en un día de calor o una panetela de guayaba *amelcochá.


Los resultados se sienten y mucho. No había caído en cuenta de lo mucho que cambiaría mi vida si dejaba de fingir que algo me daba risa cuando en realidad me disgustaba. Tampoco me di cuenta de cuántas personas (especialmente hombres, pero definitivamente incluyendo mujeres con bastante machismo internalizado) se molestarían como si me les hubiese cagado en la madre cuando yo, en vez de emplear la risita sin ganas que antes empleaba, me quedaba mirándolos con expresión neutral, esperando la parte graciosa.


La cara neutral


Con frecuencia, los espacios públicos, las conversaciones y los medios de entretenimiento son acaparados por una comedia machista y ofensiva que a muchxs, simple y llanamente, no nos da risa. Pero — y aquí sí que está el chiste — si no nos reímos, nos topamos con gente muy pero que muy afectada de que no nos hayamos reído, en ocasiones acusándonos de rasgar el "buen ambiente" que había antes.


Permíteme que dude de que aquel ambiente en el que casualmente se le pasaba la aplanadora a por lo menos un colectivo entero de seres humanos marginalizados, fuese verdaderamente tan "buen ambiente". Analizo esto con un ápice de lógica y llego a una conclusión: el buen ambiente no lo rasgó la persona que se ofendió, sino la persona que hizo el comentario ofensivo cuando todxs esperábamos que lo que iba a decir era un chiste.


Bajón


Ante este argumento, siempre salen quienes ondean la bandera del “No te puedes coger todo tan en serio”. Y entonces yo no puedo evitar recordar la cantidad de veces en las que, por ejemplo, he ido al cine con mis amistades más cercanas, o nos hemos sentado a picar algo todxs juntxs, o que incluso nos hemos reunido a estudiar o a trabajar en remoto juntxs... Este desfile mental de momentos se debe a que en cada uno de ellos, invariablemente, alguien decía algo que me ponía a reír sin control. No me refiero a una risita casual o cortés de esas que salen en las interacciones cordiales. Me refiero a unas *paveras estrambóticas, anti-estéticas, capaces de traer el trueno — aquellas que a uno le da cosita desplegar en las primeras citas porque una se transforma en cacatúa.


*risas de cacatúa*


Cuando recuerdo todos estos momentos, caigo en cuenta de que el problema no es que yo no me sepa reír, sino que el chiste no estaba tan gracioso na.


En un mundo que ya de por sí es una especie de cloaca pos-apocalíptica en mutación constante, los momentos de disfrute que para tantos hombres sirven de oasis, nos sirven a las mujeres como fuentes de frustración adicional en nuestras vidas. Se espera que las mujeres comamos poco, bebamos menos, durmamos lo justo, finjamos los orgasmos por no ofender y nos riamos de lo que no nos da risa. No puede ser que nuestras vidas adultas las pasemos recolectando más labores, más decepciones, más labores, más decepciones; yo también quiero oasis.


Yo también quiero oasis


Y esto no aplica solo en los ambientes sociales. Sé que no soy la única que está hasta el culo de sentarse a ver una comedia para levantar el ánimo solo para acabar de peor humor que el que tenía cuando me senté con mis nachos vegetarianos a verla. Lidio con suficientes machos en el día a día como para tener que abrir Netflix y encontrarme con que la comedia también sea un macho. No me interesa convertir mis espacios de ocio en momentos de faena emocional. ¡Quiero mejores comedias!


Mi fin no es motivar a las mujeres a reírnos menos — todo lo contrario. Mi motivo es el mismo de todxs aquellxs quienes abogaron por la rAdiCaL idea de que el orgasmo femenino existe y vale tanto como el masculino: que las expectativas evolucionen y que la calidad del acto mejore.



El experimento de dejar de fingir las risas por no ofender no quedó ahí. Comencé a mirar con más detenimiento el entretenimiento que consumía. Dejé de lado todo lo que me frustraba y, no te voy a mentir, ha sido difícil desenterrar comedia que no me dé ganas de prenderle fuego a Hollywood disfrazada de Nairobi de La casa de papel, gritando "A LA CUEVA". Pero, agraciadamente, hay cosas. Hay más de lo que uno piensa. Revisé los hábitos que había desarrollado en la inercia y el auto-odio y comencé a dedicarle más tiempo a personas, espacios y medios de entretenimiento que me hacían reír auténticamente. Comencé a notar que poco a poco me conocía mejor y que, a su vez, las personas que me rodeaban me conocían mejor. Estaba más sana. ¡Me reía más!


Es intimidante, claro — no olvidemos las reacciones explosivas que tienen algunxs al no darte risa. Es lo que tiene desmoronar una expectativa social: el mundillo que dependía de esa expectativa cae como una casita de naipes.


O una casa de papel, si tenemos suerte


Por otro lado, no obstante, notarás personas de diferentes géneros que llevan tiempo sintiéndose como tú y no habían dicho nada, que ahora te hablan más y/o te explotan el DM con memes feministas. Y los memes — ya lo sabes — dan risa. Ciclo sano.


Como dijo la *cana Samantha en la película de Sex and the City, cuando Carrie le preguntó, despechada, si volvería a reírse:


“Sí. Volverás a reírte cuando algo sea muy, muy gracioso.”




Risas auténticas y panetelas de guayaba,

Patri Calderón de la Saga





Glosario de puertorriqueñismos y calderondelasaguismos:


*enfogoná (adj.) = "enfogonada"; enfadada, molesta


*paveras (f) = plural de "pavera"; risa o carcajada incontrolable y disfrutona que parece no parar


*amelcochá (adj.) = de "amelcochado/amelcochada". Se dice mayormente de los dulces decadentes; que tiene una textura suave y acaramelada


*cana/o (adj.) = en Puerto Rico, una persona rubia



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